La Decisión
Era junio de 2019, estábamos con mi novia en el caribe colombiano, y le digo “no tenemos que volver a Argentina”. El comentario de por sí era raro porque estábamos dando la vuelta al mundo de mochileros; en 2018 habíamos vendido varias cosas, incluido el auto y con esa guita incluso habíamos comprado un pasaje de crucero para ir de Canadá a Australia. Mi novia me dice “pero falta mucho para eso, al menos unos dos o tres años”. “Sí, pero como sea, si gana Macri el país se va a prender fuego, y si gana Alberto el país va a ser un desastre”. La conversación quedó perdida.
Pasaron 2 meses y estábamos en México con amigos españoles que habíamos conocido en Bolivia. Era el 11 de agosto. Nervioso miraba TN mientras mi amigo me decía, “por qué te preocupa la política si no cambia nada para nosotros”. Al día siguiente, cuando los ingresos que teníamos valían un 33% menos, me empezó a dar la razón. Ese mismo día, aplicaba para la visa australiana y una semana más tarde, cuando acampábamos en la playa, me fue rechazada. El mundo se vino abajo, pero decidimos leer las señales del destino. “Volvamos a Argentina, nos casamos y en 5 meses estamos en España”. Dijo que Sí.
Esos 5 meses se transformaron en 19. Mi viejo ya no estaba bien y no podía irme tan rápido. La decisión hizo que me pudiera despedir cuando se lo llevó el Covid.
Los Preparativos
Antes de la cuarentena, habíamos podido casarnos y para empezar a hacer los trámites, teníamos que apostillar el acta de matrimonio. Teníamos turno para el 20 de marzo. La apostilla finalmente se pudo hacer online. Ahora debíamos inscribir el matrimonio en la embajada española (a esta altura ya se habrán dado cuenta que uno de los dos tenía ciudadanía y el otro no). La embajada estuvo cerrada hasta pasada la mitad de año y cuando finalmente podíamos pedir el turno, estábamos con el bicho. Así que esperamos 4 semanas y fuimos. La inscripción fue muy sencilla, habíamos hecho una primera parte por whatsapp y toda la documentación estaba chequeada. Sólo faltaba llevar los ejemplares físicos y en menos de 10 minutos ya estaba todo hecho.
Era principio de septiembre y compramos los pasajes para el 2 de mayo de 2021. En cuotas, antes del 35%. Un golazo.
Para esa época del año estaba saturado con noticias y para desenchufarme un poco de la realidad argentina (aunque nosotros vivíamos en un mundo altamente privilegiado) pensaba en el viaje. Una frase que me motivó mucho fue “que hiciste hoy para cumplir tu sueño”. Y todos los días buscaba un poco qué hacer cuando llegáramos a España. Habíamos decidido vivir en Murcia y mi jefe me había permitido seguir teletrabajando por lo que la mudanza serían semanas de vacaciones y no tendríamos el estrés de buscar un trabajo ni bien llegáramos. Uno tenía la ciudadanía, el otro el laburo.
Primer cambio de pasaje, para el 1ero de mayo, era un día antes no pasaba nada. Era noviembre y mi preocupación era cómo conseguir el test pcr negativo con 72 hs. No había dónde conseguir esa información. Como faltaba mucho, en grupos de emigrantes me recomendaron simplemente esperar.
Empezamos a ver videos de emigración, leer documentación, los trámites que eran necesarios, mirar dónde comprar o alquilar casas, entender los círculos viciosos de la burocracia española (que aún no he terminado de resolver) y sobre todo a aprender y tratar de tener plan B, C, E y Z si hacía falta. Nos hicimos un Trello (que es una herramienta para administrar tareas como si fueran post-its). Habíamos decidido que la mejor ruta para hacer todo era la siguiente:
- Conseguir un SIM español.
- Cambiar la plata.
- Abrir una cuenta bancaria
- Buscar departamento
- Empadronarnos (cambio de domicilio).
- Sacar el DNI español de mi mujer (necesitábamos más documentación).
- Pedir mi residencia.
- Hacer canjes de licencias de conducir.
Si bien la lista parece corta, el trello tenía más de 30 tarjetas. Y si bien habíamos pensado que en octubre ya no habría más, aún quedan algunas.
Pasaron los meses y los reencuentros post cuarentena se mezclaban con despedidas. La casa grande que habíamos alquilado para recibir muchos amigos no pudo lucirse como lo habíamos imaginado.
Ya no me acuerdo cuando fue que se empezaron a cancelar los vuelos, pero el nuestro no tenía pinta de salir. Nos cancelaron 4 días antes de viajar con las valijas ya hechas. La bronca que nos daba sacar la ropa de invierno del equipaje se sumaba al malestar acumulado. Nos cambiaron el pasaje para el 25 de mayo y, al tomar eso como una señal, decidimos cambiar de destino de Murcia a Madrid. Haríamos los trámites en una ciudad grande y cosmopolita y luego sí queríamos, nos iríamos. Creemos que fue una gran decisión.
En esa época se descubrió lo de los falsos PCR en Ezeiza y ahora no sabíamos dónde nos íbamos a testear. Por suerte la administración del Stamboulian tomó control unos cuantos días antes y pudimos hacernos los tests. Cuando llegó el resultado negativo de ambos, mi esposa no pudo mantenerse en pie y ahí estuvimos un rato en el piso llorando, un poco de alegría, otro de tristeza, miedo, angustia acumulada, incertidumbre.
El Viaje
Finalmente llegó el día y mis suegros nos llevaron de Luján a Ezeiza sin usar casi la autopista por miedo a los cortes sorpresivos que hacía el amigo Kicillof. La despedida en el aeropuerto fue rarísima, muy diferente a otras que había tenido. Luego de eso, la aventura para la que tanto nos habíamos preparado estaba comenzando. Antes de entrar a la terminal nos pidieron el pasaporte y pasaje para ver que realmente íbamos a viajar y entramos.
La terminal estaba vacía y un poco caótica si eso era posible. Los empleados no sabían qué tests tenían que pedir, ni con qué documentación se podían entrar a los países de destino, nos sorprendió que nos pidieron la partida de casamiento argentina apostillada y no la española. Despachamos las valijas. El control fue rapidísimo y migraciones aún más, esta parte era una de las que más estrés me causaba. Ya habíamos salido de Argentina, al menos legalmente.
Con 145 kilos y 1.90m sabía que el viaje en turista no iba a ser cómodo. No lo fue. Me había llevado por primera vez un sedante lo que me permitió dormir 2 horas. Viajar con barbijo me había preocupado muchísimo, pero no fue tan grave como esperaba. El viaje transcurrió sin más.
Si las migraciones en argentina me ponían nervioso, no les puedo explicar lo que me pasaba con las de España. Teníamos todo en regla, pero y si… El policía de lo más agradable, nos pregunta:
- ¿A que vienen?
- A vivir
- ¿A dónde?
- Tres Cantos (una ciudad hermosa a 20 km de madrid)
- Uy que bonito, bienvenidos.
Otra vez nos pusimos a llorar, pero esta vez eran mis piernas las que no aguantaban, pero no pude tirarme en el piso así que seguí caminando. Estábamos entrando y me piden el PCR negativo y el QR, yo casi empiezo a temblar, la chica que no tendría más de 25 se ríe y me dice “tranquilo, ya estás en España, yo no te puedo deportar”, le doy los papeles y listo. Estábamos en España.
Los Primeros Días
Habíamos alquilado un auto y nos fuimos al hotel que habíamos reservado por 1 semana en Tres Cantos. La idea era buscar ahí, pero si no encontrábamos nada o si no nos gustaba la ciudad que tan linda se veía por Google Maps, nos iríamos a un AirBnB, pensión o lo que sea mientras buscábamos departamento.
Los objetivos para el primer día eran claros, tratar de evitar el jet lag, comer un sanguche de jamón crudo, comprar una SIM y de ser posible cambiar dólares a euros. Los cumplimos en ese orden.
El segundo día queríamos abrir una cuenta bancaria y de ser posible empezar a ver departamentos. Tener pasaporte español no sirve de mucho en España y para todo se pide el DNI, por lo que tuvimos que abrir la cuenta de mi mujer como argentina, cuando tuviese su DNI haríamos el cambio pertinente. Si bien logramos abrirla en el primer banco al que fuimos, el trámite nos habrá llevado unas 3 horas y casi no llegamos a ver el primer departamento. Afortunadamente pudimos mover la cita media hora y desde ahí es que estoy escribiendo esto. Sí, alquilamos el primer departamento que vimos, aunque vimos otros. La diferencia que tenía es que donde terminamos alquilando era con dueña directa y sólo nos pedía 2 meses para entrar (por más que fuésemos extranjeros), los otros eran por inmobiliaria y nos pedían 15 meses por adelantado y aún así algunos se negaban a alquilar a extranjeros. Por lo que al tercer día de estar en España ya habíamos reservado un departamento. No lo podíamos creer. Era viernes por la noche, el contrato lo firmaríamos el lunes y no podíamos hacer ningún trámite más sin el contrato. El finde nos fuimos a pasear, Toledo y Segovia, hermosas las dos.
Llegó el lunes y nos quedamos en el departamento, estaba precioso, se veían las montañas por la ventana y no podía ser más luminoso. Fuimos al IKEA. Si bien estaba amueblado queríamos comprar algunas cosas para hacerlo más a nuestro gusto. Conseguimos fibra para empezar a laburar, también fue jodido conseguirla sin el DNI pero un empleado con ganas de laburar encontró la vuelta para darnos internet.
Al día siguiente nos pudimos empadronar. Tardamos menos de 8 minutos en el ayuntamiento. A las semanas mi mujer ya tenía su DNI, compramos un auto, nos anotamos en autónomos para facturar mi laburo y presentamos mis papeles por mail para empezar mi residencia. Todo eso en menos de un mes.
Viviendo en España
Todo había pasado rapidísimo y empezamos a vivir y a pasear. Íbamos al supermercado y le sacábamos fotos a las góndolas en un carrefour de las afueras de Madrid, aguantándonos la vergüenza. Empezamos a ver esas “cosas que no nos damos cuenta que nos perdemos porque ni sabemos que existen” con las que tanto le había hinchado las pelotas. La calidad de los productos baratos, la belleza de los packagings, la variedad de artículos, cruzar la calle y que te den el paso, tener que dar paso cuando cruzan la calle.
Aprovechando el trabajo remoto, fuimos a Galicia, la costa de Andalucía, Cantabria, Asturias, País Vasco, y muchas otras ciudades cercanas a Madrid, como Cuenca, Ávila, Aranjuez, y otras.
Nos pudimos vacunar. Al mejor estilo gorila yo quería la faiser y por suerte fue la que conseguimos, por sudaca tuve que esperar un poquito más pero en todos lados me ayudaron para que la pueda recibir lo antes posible. Había un bug en el sistema que hasta lo reporté al ministerio de salud, pero antes de resolverlo pusieron vacunación libre.
Hace 10 días, me dieron mi TIE, que es como el DNI para los extranjeros residentes no comunitarios, lo que me habilita a residir y trabajar legalmente por 5 años en el país. Como contaba anteriormente todavía me faltan hacer algunos trámites más, como abrir mi cuenta bancaria o anotarme en autónomos, cosa que espero resolver en los primeros días de enero, cuando ya no dé positivo por Covid. Porque sí, me volví a contagiar, esta vez fue por descuido o por ganas de hacer una vida normal. Los síntomas ya pasaron, y no fueron tan fuertes como la primera vez, pero nos cagó la posibilidad de juntarnos con unos amigos para pasar la navidad.
Otro trámite que me falta es el canje de mi licencia de conducir. Mi esposa ya lo hizo y aunque son muy exigentes con la documentación que piden no debería ser un problema si está todo en regla.
Conclusiones
De a poco me voy acostumbrando a esta nueva forma de vida. Volví a hacer deporte y llevo perdidos unos 17 kilos, juego al handball con pibes de 20 años lo que me motiva muchísimo y mi esposa hace natación. Vamos caminando a los clubes cada uno por su cuenta, y ella ya no tiene miedo de ir al supermercado o sacar la basura cuando es de noche. La vida es sencilla. La gente es muy buena y respetuosa. El cajero del super te atiende con una sonrisa no fingida. Si bien hace poco que vivimos acá, o tal vez por eso, son pocas las cosas que extraño, un abrazo de mi vieja que, aunque hable todos los días por video llamada, no es lo mismo, unas birras con los amigos o unas buenas medialunas. El tiempo dirá si al pasar me hace extrañar aún más o me acostumbra a las bondades de esta tierra. Si bien extraño a nuestro hermoso país, no lo hago por lo que es, sino por lo que pensaba que pudo llegar a ser.
El mismo amigo que estuvo con nosotros en las PASO de 2019, nos vio el segundo día de haber llegado y me dijo, “tranquilo amigo acá las cosas son más sencillas” con el tiempo fui entendiendo a lo que se refería. Unos meses más tarde al volvernos a ver me dice “yo te vi cuando llegaste y te veo ahora, cuanto más tranquilo estás”.